05 junio 2011

Carta a la Ansiedad; (Escrito en tinta de agua)

Amiga Paola:

Lo que no me he atrevido a decirte a la cara te lo escribo en este folio, cuya tinta, transporta la esencia de una voz que habría sido temblorosa.

Quizá al leer mi nombre ya sepas el resto del contenido de la carta... Pero antes de suponer, déjame intentar aliviar cualquier duda, sofocar toda incertidumbre y ante todo, confíame unos pocos minutos para no dejar lugar a las suposiciones.

La última vez que nos vimos fue el viernes por la noche en la cafetería de la plaza, y a pesar de los escasos tres metros que nos separaban, llegué a contar 13 surcos en tus labios. Finísimas líneas color azafrán que se desvanecían cuando sonreías, instante en el que me daba cuenta de que llevaba demasiado tiempo mirando tu boca; espero que no sospecharan nada.

¿Entiendes por qué no debió pasar aquello? Porque yo cuando lo pienso, a veces dudo incluso de si me entiendo a mí mismo… Has embrujado a un corazón que ya lo estaba, embelesándolo de tal forma, que mis sentidos amanecen ebrios cada día. Ya no sé distinguir entre razón, cordura, pasión o amor, puesto que cada una de esas palabras las veo borrosas y las siento dobles.

Las noches pasan ante mis ojos sin poder conciliar el sueño, y vuelvo a revivirlo sin poder oponerme, aunque quiera… fantaseo que tu perfume quedó para siempre impregnado en mi piel. Tu aliento húmedo, rápido y cálido que se detuvo en mi boca, el sabor de tus besos que me hizo perder la noción del tiempo y de la existencia; creí morir en ti.

Tengo miedo, porque hasta que apareciste en mi vida pensaba que era feliz. Y aún lo sigo creyendo, pero como un castillo de arena se desmorona ese pensamiento al volverte a ver. Es más, ella había construido una ciudad entera sobre una playa de aguas sosegadas, y una simple ola ha hecho que todo se venga abajo, desmoronándose de tal forma que cada grano de arena es un recuerdo que me hiere.

No quiero quemarme en los anhelos de un “volverte a ver”, porque eso ya está concebido y tiene nombre propio: el Infierno. Tampoco es justo quererte, porque ya hay alguien que lo hace mejor que yo. Y aunque estoy seguro de que tú pensarás igual, aún dejo de sentir el pulso, el tiempo y todo lo que me envuelve al creer distinguir tu aroma sumergido entre las caricias de ella.

Por favor, te suplico que me devuelvas la vida. O bien, que me la quites del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario