07 junio 2011

El Diario de Ruta

¿Alguna vez has sentido que te falta algo, aun teniéndolo todo? ¿Alguna vez has llorado sin saber el por qué? ¿Te has sentido vacío, aun cuando los demás te ven pletórico? Así me sentía yo, soñando que me hundía y me ahogaba en un barco con rumbo a ninguna parte.

Pero me di cuenta de cuál era el error que había cometido, y desperté...

Dejé de observar y comencé a ver, a escuchar y a escucharme a mí mismo. Entendí que no sabía apreciar los pequeños detalles de mi vida, y empecé a VIVIR. A SENTIR que estaba ahí. Contaba las veces que respiraba en la cubierta de la embarcación que siempre había anhelado capitanear. Intenté ser yo quien tomara las riendas de un corazón que parecía latir involuntariamente, pero, es entonces cuando me di cuenta de que eso no era así: el corazón late porque alguien cree en nosotros.

Lo que me mantenía al timón de mi día a día dejaron de ser las preocupaciones, la duda o la tristeza. El pesimismo, la ira y el odio, los tiré al surco de espuma que aseveraba mi barco tras su marcha y se convirtieron en burbujas de aire sin sentido. Entonces comprendí que siempre habían sido eso; pompas transparentes de las que nadie se sentía atraído, ni yo mismo.

Dejé de respirar ese aire con el que compartía la invisibilidad y comencé a volar.

Me sumergí en el mar que rodeaba el casco de mi cabina y me elevé sobre las profundidades de mi ser. Supe entonces de la CONFIANZA que debía llenar el océano de mis emociones al conocer que, aunque cayese en lo más profundo del abismo azul, siempre habría un final; un fondo de arena donde poder impulsarme y salir de nuevo. Remontar hacia el cielo con mucha más fuerza y altura impulsado por la ESPERANZA de percibir que la diferencia entre caer y levantarse, es que si te tropiezas siempre habrá un suelo desde el que poder comenzar de 0; en cambio, si decides volar… el infinito es tuyo.

Jamás probé un beso tan dulce como el día que elegí amar y amarme sin barreras. No hay que tener miedo de abrir los ojos, detenerse y enamorarse ciegamente; ya que la vida se compone de ello casi en su totalidad. AMAR de verdad, sin mentir ni mentirme… sólo alcancé a saber lo que era ‘amor’ cuando me perdí entre Sueño, Realidad y Ella. Sin poder ni querer distinguirlos. Desorientado, pero con un rumbo fijo hacia lo único que me importa.

Es entonces cuando la PAZ me inunda y siento que al fin, soy YO. Alguien que ha cambiado a mejor; a ser yo mismo. Ya que a vivir no se aprende cuando nacemos, sino que uno mismo debe darse cuenta de si vive en un cajón oscuro en su propia matrix, o quiere subir a la cubierta de mi embarcación, a sentir las virutas de agua que acarician las ilusiones y te hacen planear sobre el aire que te pertenece y al que perteneces.

Así me sentía yo, soñando que me hundía y me ahogaba en un barco con rumbo a ninguna parte…

Pero me di cuenta de cuál era el error que había cometido, y desperté. Pero desperté cuando ya era demasiado tarde.

Diario de Ruta; 15 de abril de 1912

Capitán Edward John Smith, RMS Titanic



2 comentarios:

  1. "Así me sentía yo, soñando que me hundía y me ahogaba en un barco con rumbo a ninguna parte…"

    me encanta esta historia y lo que representa ^^ un beso tQ

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  2. me inspiré en ella justo después de mandarte el enlace de "titanic 2" jajaja ^^

    Asias preciosa!! tq*

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