24 agosto 2011

Fragmento de Dios

Un pasaje trazado por la luz se convirtió en su camino. Su vida se volcó, olvidando el susurro efímero de la razón por la que se rige el mundo, en el etéreo de una noche que lo revestía todo de azul y plata.

Anduvo durante meses sin conocer ni rumbo ni lugar al cual dirigirse, es más, ni siquiera miraba al suelo al hacerlo. Al caminar ya no sentía pies, solo agua, tierra o barro. Y a pesar de que se olvidó de comer, sí bebía el agua que de vez en cuando llovía; pero nunca dejó de andar, con la cabeza bien alta, como mirando al cielo.

Cruzó muchas fronteras así, e incluso continentes enteros. Descubrió entonces varias cosas que de otra manera no hubiese conocido, una de ellas es que las plantas aromáticas aún lo son más cuando está oscuro. El aroma a romero, a jazmín y azahar se entremezcló con la fragante sutileza de la llovizna nocturna y decidió que, después de aquello, jamás volvería a respirar. Estaba completamente convencido de que no encontraría un olor más embriagador que ése. Siguió el camino que le indicaba la brújula de luz de unas estrellas que le marcaban su ruta como farolillos de aceite… y éstas le ofrecieron, en medio de la espesa negrura, un itinerario que nunca nadie comprendió antes que él: el cambio en sus sentidos y en su manera de ver, sentir y ser parte (de una forma absoluta y real) de la Vida. Emitir luz, calor, armonía y seducir al artista, atraer al curioso y ser parte de toda la historia de la humanidad, de las leyendas, mitos, culturas y religiones.

En ese mismo instante dejó de andar. Volvió a tomar aire y respiró de nuevo. Ahora sabía que su influencia era tan grande como la de la Luna.

La fatiga de su mirada le daba a todo aquello que le envolvía un peculiar tono caoba. Una mañana tensa y de frío invernal en su cabeza le desgarró la garganta junto a un grito de dolor.

El malestar, adormecido por los analgésicos pero persistente, le profería el suficiente hilo de vitalidad como para exprimir, por última vez, su suave y rota voz; la cual le permitió dirigirse a una joven desconocida que yacía junto a él portando una bata blanca.

-¿Dónde estoy?

-Señor, está usted en un centro médico. Le encontraron tirado en un paraje al este de la ciudad, con los pies destrozados, cubiertos de sangre y una fuerte hipotermia, sin olvidar la severa desnutrición… ¿No se acuerda usted de nada?

¿Señor?

Sus ojos se pusieron en blanco y las máquinas que se unían a su cuerpo a través de cables y parches mostraron que sus constantes vitales eran nulas. Su corazón se había parado ipso facto. No obstante, ante la mirada atónita de la enfermera, prosiguió hablando durante unos pocos segundos más.

-El mejor recuerdo que puedes tener de mí, es la presa que le puedas construir a tu memoria para que retenga y no olvide lo que te voy a decir ahora:

Cierra los ojos hasta que tus sueños ahoguen la realidad. No desistas hasta conseguirlo, ya que serás el Dios de ti misma; siempre lo has sido… Y en el momento en que la gente te rechace por ser ‘diferente’, querrá decir que has evolucionado, que existes un paso por delante y que eres Libertad.

-Cómo es posible que hable, si está muert…

-¡Abre los ojos! Eres parte de mi creación.

Bruscamente me levanté de la cama y miré el despertador: las 4:30 de la madrugada. Juraría que fue el sueño más lúcido de mi vida a no ser por ese aroma que flotaba en mi habitación, aun estando la ventana cerrada… Era como a hierbas del campo y lluvia.

Al incorporarme en el colchón para ir a beber agua, no pude contener un grito de espanto: cuando dejé caer mis pies al suelo, un manto de sangre los recubrían; estaban en carne viva. Fue una sensación extraña, pero a pesar de que no me dolían, parecía que hubiese estado andando durante meses.

1 comentario:

  1. PRECIOSO. Como todo lo que escribes y dices. Nunca dejes de plasmar tus sueños en líneas como esta. Siempre hay alguien a quien harás feliz.

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