27 octubre 2011

Cierra los ojos y...



Existe una resistencia a ser el soñado, todos queremos tener nuestra propia realidad y ser los que sueñan. Ser autores de nuestra gran obra. ¿Pero por qué no considerar que la persona a la cual tanto nos apegamos (este nombre y este cuerpo) no es más que el sueño, más que la narrativa de otro ser? De un inmenso diletante que llena el espacio con su  tinta onírica, un pulpo holográfico de infinitos tentáculos, un ser que sólo observa la divinidad en un espejo transparente. Un ser a través del cual te observas.


Las decisiones que tomamos se rigen por aquello que llamamos “casualidades”, y las casualidades manipulan a nuestras decisiones. ¿Condenados a vivir algo que no controlamos? La sombra de lo imaginado se desfigura en una noche eterna de sudores, silencio y un tenue palpitar; la sombra proyectada es la de nuestro cuerpo, y la luz que la hace posible es sólo su sueño.

Dependemos de que no se despierten demasiado pronto. Hay que ser discretos, no gritar en exceso para no romper esa pompa que nos mantiene pululando por su creación. Hay quien se sale del ‘guión’ porque conduce demasiado rápido, o bien porque participa en una guerra, o abusa de las drogas, etc. Esas historias acaban siendo muy escuetas, no hay que gritar más de la cuenta, no sea que la burbuja se rompa y… ¿Quién no ha soñado que se iba a caer por un barranco y antes de estamparse contra el suelo se ha despertado ipso facto? ¿Quizá un pequeño grito al hacerlo debido a su pasmosa realidad? Va a ser que todos somos asesinos si todos soñamos, si todos nos acabamos despertando; tarde o temprano.

Quién sabe a cuántos han matado ya… pero nadie duerme eternamente, debe levantarse y vivir, aunque sea a costa de otra vida. Pienso yo que eso que dicen cuando fallece alguien de que “duerme eternamente”, en realidad quiere decir que por fin esa persona podrá controlar su vida, soñado lo que se le antoje. Y pudiendo elegir… ¿quién volvería a soñar con un lugar tan imperfecto como este planeta? Yo no lo haría.

Vivimos a cuenta de… Estamos en manos de… Somos esclavos de… ¿Qué? No conoceremos jamás a quien nos proyecta, al compositor de nuestra familia, amigos, entorno, sentimientos, situación… No podremos desconectar su despertador ni apagar su móvil, susurrarle una apacible melodía para endulzar su sueño y así mejorar nuestras condiciones, decirle que dependemos de su letargo para continuar existiendo.

En mi humilde opinión, creo que debemos aprovecharnos de su sopor, ser los vampiros que absorben la fantasía del creador para transformarla en la vida que erigimos. La construcción del escenario no es lo importante, si no la función que se dé en él.

Una vez que reconozco que soy el soñado, se me hace más fácil respirar. ¿Nada que hacer? Sólo observar y disfrutar.

1 comentario:

  1. "La construcción del escenario no es lo importante, si no la función que se dé en él"

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