06 octubre 2011

La Jaula


Respirar para hacer tiempo, moverse para seguir en el mismo lugar, mirar para ver siempre lo mismo, escuchar sin prestar atención y vivir para morir. No se trata de la vida de un árbol, si no de la vida de una persona del s. XXI.


Es en ése instante, cuando vamos a morir, en el que nos arrepentimos de no haber hecho tantas cosas… y es que, por desgracia, es en el último intervalo en el que nos damos cuenta de que sólo hay una vida; sólo una, para compartir, sentir, disfrutar, aprender, amar… En ése segundo es cuando uno siente el desperdicio de haber poseído una vida a medias.

Ésta es una llamada para todos aquellos que sientan, como yo, que ha llegado el momento de cambiar.

Yo no nací, a mi me indujeron los bancos, igual que a vosotros. Hicieron un “pacto” para que seamos parte de su producción, sujetos que le aporten beneficios con alrededor de 80 años de contribución económica regular. No valemos más que un coche, una casa o un capricho de un político. Deja de sentirte libre, ¿aún no te has dado cuenta? Hemos nacido en una cárcel, la ceguera que se nos ha inducido son los barrotes que no vemos. Ignorancia productiva para nuestro verdadero padre, el Banco, y un voto más en la democracia soñada que nos aporta nuestra madre, la Política. La educación, los telediarios, la medicina, los videojuegos, el fútbol, la ropa que vestimos e incluso el concepto de belleza que tenemos, son nuestros hermanos. Y nos corresponde amarlos como tales, ya que así nos adiestraron sus inventores, es decir, nuestros padres.

No puedo más, siempre he deseado que todo acabase. Hasta hoy, ya que me he dado cuenta de que en realidad deseo que todo empiece.

…Aún estamos a tiempo

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