23 abril 2012

Buscando perderme



La noche bebió de su piel canela. Su silueta latía a destiempo con su corazón. Emitía sollozos que los animales nocturnos interpretaban a la perfección, pues ellos eran la voz de su gélida marcha.

El día moría.

Las hojas secas formaban un puzle de infinitos tonos ahogados en plata, donde la luz de la Luna difuminaba el brillo jugando con las formas. Reflejos de vaho encendían de vida un lugar casi sagrado, una respiración, un eco de vida… Ante el casi helado lago, que más bien era una pequeña laguna, una grave y mansa voz dejó caer una pregunta que se tambaleó ante la inmensidad taciturna: “¿Cómo escoger el camino correcto?”

Sólo el eco de su pregunta apuñalaba el abismo con notas de incertidumbre existencial.

Al día siguiente, cuando el día volvía a morir, el enigmático hombre le hacía la misma pregunta al viento; horneado con escarcha y olor a plantas aromáticas. “¿Cómo escoger el camino correcto?” Las ondas que reptaban por la superficie de la laguna eran su única respuesta: silencio.

Pasaron los días y aquel hombre dejó de ir a ese pequeño paraíso. Desistió.

El tiempo entonces se hizo dueño de las prisas. Las máquinas trajeron el cemento, el asfalto, los metales, el dinero, la desidia, el descontrol, el analfabetismo espiritual… Simplemente, la esencia del ser humano se suicidó. Dando paso a miles y miles de pedazos de corcho en este charco llamado Urantia (Tierra). Flotando a la deriva de todo ser vivo.

La posición de cada ser que pisaba, corría o volaba por el globo se sabía inmediatamente debido a las evolucionadas tecnologías de conexión. Pero la tragedia de estar conectados solamente por cables, hizo que se desangrara toda esperanza. El único vínculo que desarrollaban era similar a intentar verse con una venda en los ojos.

Cuando todo parecía perdido, aquel misterioso hombre se adentró de nuevo en la noche.

Pero él no la recordaba igual, la Luna casi no daba luz, a penas hacía frío, el aire era cargado, tenía dificultad al respirarlo y la laguna… Una lágrima le resbaló por la mejilla y cayó revotando en aquel océano gris, tan infinito e insípido como desolador. Con la voz rota entonó sus últimas palabras:

“Ahora sé la respuesta que tanto he anhelado. Quien no se pierde, no sabe buscar.”
“El camino correcto es aquel que el tiempo no deshace”.



Desde que aquel hombre lloró, el día jamás volvió a morir.
Reinó la confusión y, aún hoy, hay quien no sabe distinguir entre la luz y la oscuridad, lo que está bien y lo que está mal, lo perdido con lo encontrado.

1 comentario:

  1. Me gusta, trata un tema reflexivo de forma interesante, amena. Y termina genial con frases que sentencian, con ideas universales que pueden llegar a un público muy amplio.
    Cosas que yo cambiaría,o que a mí me han dificultado su compresión: demasiados adjetivos, giros y expresiones muy cultas y originales pero que consiguen que te pierdas, que el tema principal quede escondido entre tanta palabra bien sonante.
    Simplifica, centrate y centra al lector en un tema, en una idea, habla sobre ella, decorala, pero no la pierdas de vista. que ningún parrafo sea capaz de ensombrecerla. La idea principal debe de verse con claridad, aunque le pongamos flores, la vistamos o la disfracemos. Eso es lo que me falta en tus escritos: más claridad, que ese torbellino de ideas se transforme en una corriente que fluye al mar, que puede encontrar obstáculos, puede disminuir su caudal, pero nunca se pierde ese hilo de agua que llega hasta el mar. No sé si te aclaro algo o te lo complico más.
    SIMPLIFICA, me pareces un filósofo literario que todo lo cuestiona, lo debate sin imponer un turno, sin moderar el turno de palabra. en tu caso el turno de ideas expuestas. Me recuerdas mucho a mí en mis comienzos, tenía tanto que decir, que las ideas se agolpaban en mis relatos, con una salvedad, nunca he tenido ni creo que tenga un lenguaje tan culto y elevado como el que tú dominas. Esto es un halago, ya me gustaría a mi tener ese dominio del vocabulario cvastellano, pero no es preciso que me despliegues todas esas palabras en un texto. Piensa que el lector es más profano y que tu objetivo principal es que te entiendan y se diviertan con tu texto. Que despiertes interés y captes su atención. Con un lenguaje tan rebuscado el lector se duerme, se pierde y abandona, porque se siente tonto al no entender casi nada. Dosifica esos terminos para que el lector vaya aprendiendo a la vez que te lee, para que disfrute de la historia que cuentas y se sienta satisfecho de además de haberlo pasado bien ha sido instructivo, ya que ha aprendido nuevos términos.
    Es importante saber adapatar el lenguaje al tema que desarrollemos, no se puede hablar, o escribir igual siempre, tenemos que tener en cuenta a los destinatarios así como el tema del cual se trate.
    Bueno Pepe creo que por hoy te he dado bastante caña.
    Recuerda escribes, tienes algo especial, vales mucho, y estás en proceso de crecimiento, de mejora, todos lo estamos siempre.
    Por cierto, creo que lo tengo merecido, pasate por mi blog y hazme una crítica así de larga, sé que tú y tus opiniones pueden aportarme mucho.
    Besos Nieves Juan.

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